viernes, 12 de diciembre de 2008

La desaparición de mi carpeta


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Hoy iba a ser un día normal, donde me había planteado darlo todo al estudio. Todo muy bien organizado:
-Ir a clase de 9 a 11am.
-Ir a la reunión sobre Erasmus 11am.
-Dormir (para recuperar las fuerzas de una noche de “estudio”)
-Empezar a estudiar a las 3:30pm para terminar cuántica.
-Clase de computacional a las 6pm donde encontrar y por tanto finalizar mi programa de la Ecuación de Schrödinger (no es una palabrota).
-Volver al colegio a las 7 pm, y seguir estudiando hasta la cenar…
Pero como bien dice la ley de Murphy “Si algo puede salir mal, saldrá mal”.
Felizmente me levanto del segundo despertar del día, cual es mi sorpresa, ¿Carpeta? ¿Apuntes? ¿Mi cabeza? Nada de eso se encontraba en mi cuarto. Recuerdo la reunión nefasta sobre la beca erasmus y me dirijo velozmente a mi facultad deseando, esperando, esperanzada, de que un buen samaritano hubiera dado la carpeta a la secretaría o que en su defecto se encontrara en la clase de la reunión. Después de interrumpir un examen y molestar a varios conserjes dispersados por todo el recinto, vuelvo decaída a mi colegio, maldiciendo y con un malestar en el cuerpo considerable. Para que esto no ocurriera intentaba animarme con cosas como “¿Qué llevaba en la carpeta todo el trabajo hecho en este curso? ¿Qué tenía los problemas de cuántica para entregar mañana? ¿Qué se encontraban los problemas de Teoría de grupos que me había tirado varias tardes haciendo para entregar? ¡Buah! ¡Todo de nuevo que así se me quedan las cosas mejor! ¡Qué no puedo hacer yo!” Pero por más que intentaba que esto me animara, la primera parte de mi discurso siempre ganaba. Realizo varios esfuerzos más, llamadas telefónicas, mensajes en tuenti, incluso la creación de un evento.
De la misma forma vuelvo a la facultad a tener mi hora “tranquila” de programación, para mi sorpresa, una hora donde ni el profesor ni mi persona encuentra el susodicho problema y tal como traje el programa me lo llevé, ¡Ala! ¡La semana que viene más!
Llamada telefónica que no mejora la situación, malas noticias en el ámbito personal/familiar/salud.

Y ahora, ¿quién cojones (con perdón) se pone a estudiar después de la preocupación familiar, el mal estar de una hora perdida y sin apuntes?

Pero en fin, todas las historias deben terminar con alguna noticia buena (“El prota muere, pero salva a la chica”), justo después de terminar por tercera vez los ejercicios de cuántica, abro la puerta a una pareja iluminados por la luz de mi pasillo con manos repletas de buenas noticias, de sabiduría y de posibilidades, sujetaban mi gran carpeta negra, la pequeña volvía a casa (ya me la había imaginado en un pequeño mercader de esclavos…).

¡MUCHAS GRACIAS JORDÁN!

Besos, abrazos, paz y felicidad para todos ^^

Nota: Escasamente una hora antes de escribir esto os hubiera deseado muerte y destrucción para todos, menos mal que me han dado mi dosis de rejuvenecimiento con drogas y toda la demás parafernalia (recordando capitulo de los Simpson… “Bueno, la velada comenzó en el club de caballeros, cuando discutíamos sobre Schopenhauer mientras jugábamos al Backgammon”)

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