viernes, 18 de octubre de 2013

Hola Francisco,

10-05-2023

se que hace años que no hablamos, pero este momento me parecía igual de bueno que cualquier otro, (“¿Cómo explicarías que una flor florezca un día determinado y no otro?”). Creo que la última vez fue aquel día que estuve por Sevilla para ver Les Luthiers (qué geniales son), pero que las circunstancias hicieron imposible que nos viéramos. Parece que estamos destinados a que nuestras vidas no se vuelvan a encontrar.

      ¿Conoces “La Ignorancia” de Milan Kundera? En esta obra Kundera analiza con una serie de historias como al marcharte de un lugar, nunca se vuelve a sentir de la misma manera. Tu sensación al volver, al revivir la ciudad, tu relación con las personas que dejaste atrás, aunque todo siguiera aparentemente igual, nunca será lo mismo. Un evento es recordado por cada uno con pedazos de la historia, con distintas sensaciones y resúmenes de lo sucedido. En un reencuentro traeríamos con nosotros esos pedazos corrompidos por el tiempo, imágenes falsas de lo que eran esas personas; por eso nos parece un milagro cuando podemos afirmar que “tantos años sin hablar, y es como si nos viéramos todos los días”. Esto no significa que no hayamos cambiado, eso es imposible, pero hay algo que ambos hemos mantenido, y es la curiosidad o cariño por el otro. Del mismo modo, el conjunto de casualidades que hicieron posible nuestra amistad y esa convivencia de unos días, no se van a volver a repetir, nunca podremos volver a encontrarnos por los pasillos, ni desayunar juntos en ese gran comedor, al menos, no como lo hicieron nuestros yos del pasado, no con la naturalidad de la monotonía.

A lo largo de estos años, al encontrarme con antiguas amistades he experimentado tres situaciones diferentes:
   1. Encuentros esporádicos e incómodos, personas desconocidas que conocen demasiados detalles de una época pasada.
   2. Reencuentros para revivir lo pasado y alimentar la nostalgia, que terminan con esa sensación de irrecuperabilidad, de una amistad ya perdida.
   3. Descubres de nuevo a otra persona, con la que tienes tanto o más en común que la última vez, y que el tiempo sólo ha hecho que ese breve reencuentro sea insuficiente.

     Perder el contacto, es arriesgarse en dos tercios a perder esa amistad.
 Por eso, a pesar de los años que pasen, cuando voy a tu ciudad me gusta llamarte.

     No te he preguntado, ¿Qué tal tu mujer y tus hijas? ¿Continuaste adelante con lo de la empresa? ¿Sigues tocando la guitarra?
     Espero que nos veamos pronto.
Un abrazo,

Dors