lunes, 30 de noviembre de 2020

La Rákara



Desde debajo del agua podía ver avanzar los barcos, y observar cómo se hundían las espadas que tiraban desde la borda. La Rákara era más rápida, pero no podría continuar ese ritmo mucho más tiempo, en algún momento las fuerzas le fallarían. Primero dejaría de ir en zigzag evitando las espadas y se concentraría únicamente en mantener la velocidad. Aunque eso le diera un poco más de tiempo, lo que vendría después era inevitable, perdería velocidad y los barcos, incansables, le darían caza. Yo seguía observando la situación, no sabía cuánto tiempo llevaba debajo del agua, si saldría de ahí o si alguna compañera intentaría salvarme. Al caer al agua, me había encontrado con esos ojos enormes y a la vez casi humanos. Me miraban directamente a los ojos, dejándome congelada. No parecía asustada ni furiosa, y casi podría asegurar que había sido una mirada de pena lo que vi justo antes de acelerar el nado y alejarse. ¿Podría ser una llamada de auxilio? ¿O la pena iba por lo que me esperaba a mí? La cabeza empezaba a darme vueltas, o intentaba nadar a la superficie o seguro que no lo contaba. Cuando comencé a nadar noté unas manos por detrás que me cogían de la cintura y tiraban hacia fuera. Cuando pude tomar mi primera bocanada de aire, la Rákara ya había dejado el zigzagueo, poco duraría ya la huida. 

 Hacía tres años que se había sabido de su existencia. Desde entonces todas las personas de Zircum habían intentado capturarla, pero, después de varios desastres inexplicables y con un centenar de muertos, pensaron que la única solución para estudiarla era capturarla muerta. ¿Seguro que era la única solución? Era un ser maravilloso, había demostrado inteligencia y una capacidad extraordinaria para predecir nuestros movimientos. Daba la impresión que sabía más de nosotras que nosotras de ella. Tenía el tamaño de una orca, la figura de un dragón dilong y ojos grandes y humanos, que ahora ya sabía que eran de un azul turquesa. 

Había llegado hasta allí por curiosidad y casualidad. Apenas conocía Zircum, nunca había tenido curiosidad por venir, ni la intención de visitar el país. Estaba en medio de la nada, las habitantes eran bastante oscas, violentas y con poca educación, parecía que vivían en un pasado remoto del que no conseguían avanzar. Cuando salieron las primeras fotos de la Rákara supe que tenía que venir. Ese mismo día, recibí un telegrama de mi jefa, se había quedado un lugar libre en uno de sus barcos que iban a Zircum, y mi conocimiento de zoología podría ser de utilidad. 

Me di la vuelta para ver a la compañera que me había sacado a la superficie, estaba anonadada mirando atentamente a la persecución. Volví a mirar y el barco le estaba ganando terreno. Parecía que todo había terminado, pero lo siguiente que recuerdo, no tiene ningún sentido. El barco y la Rákara habían parado, mi mente dejaba de tener pensamientos propios o claros, sentía la cabeza igual de pesada que si me hubiera tomado cinco whiskies. Empecé a subirme al bote junto con la compañera que me había rescatado. Dejé de ver o de importarme lo que estaba pasando. Pero al llegar al puerto del pueblo, tenía la peor resaca de mi vida, y no era la única. Nadie tenía espadas que lanzar, ni una Rákara cazada.

domingo, 10 de enero de 2016

La Buena Soledad

Los momentos de soledad son para disfrutarlos. Y me refiero a los momentos de soledad de los buenos, no de esos que aún rodeados de gente te sientes solo, porque esos proceden de un sentimiento de desencaje, de no encontrarte en el momento ni en el lugar que realmente quieres estar, ni con las personas que deseas; puede servirte como experiencia de superación, pero no es algo disfrutable en el instante. Pero los momentos de buena soledad son aquellos, que después de haber disfrutado de tus amigos, familia, personas, sabes saborear con un regustillo de felicidad. Y poder sentirte completo en ese estado un tiempo indefinido, corto, largo o todo lo contrario. 

Es un momento complicado de encontrar, a veces el mundo no nos deja, otras veces huimos de él con un miedo inconsciente a encontrarnos con nosotros mismos, a hacernos preguntas incómodas que preferimos no conocer, o un miedo consciente de “pérdida de tiempo”, miedo a esos malditos “Hombres Grises” que alimentan tu idea de falta de tiempo, robándote el tiempo de sentir lo que vives.

domingo, 18 de mayo de 2014

“Escribir” se escribe con h

No pienso escribir para esas personas. Personas que no saben lo que están leyendo, creen que su interpretación es la única y verdadera, como si cualquier relato, poema, escrito, pudiera cumplir con el Teorema de Picard.

La magia de la literatura se pierde entre las personas dogmáticas que todo lo quieren convertir en científico, o entre las personas que creen descifrar al escritor, su historia, su psique, sus secretos o su comida favorita. 

No, esas personas no se merecen leer, disfrutar con las incógnitas, con la curiosidad, con la imaginación que se despierta de forma diferente e indistinguible en cada individuo.

No me entiendas mal, me gusta la ciencia, creo que es la mejor forma de aumentar en conocimientos objetivos. Te da una forma de razonar muy efectiva, ¡la más efectiva! pero no para toda clase de propósitos. ¡Hasta te puede hacer disfrutar! Disfrutar como un aventurero descubridor de tesoros, donde cada moneda es un problema resuelto. Pero no es la única manera de deleitarse de forma culta.

Si el método científico es lo único que tienes para descifrar todos los puzzles del mundo, nunca podrás cautivarte por los acertijos en los que eliges tú la solución. Estas personas no saben hacerlo, quieren sacar conclusiones, cerrar e ir al siguiente. Sin saborear, sin preguntarse qué van a aportar a la historia con sus propios sentimientos recién descubiertos… ¿Tal vez no los descubren?  O tal vez cuando lo descubren lo imponen, ¿no es eso aún peor?
Ni siquiera los buenos científicos tienen sólo el método científico.

Ver más allá no es fácil, requiere un esfuerzo que no todos están dispuestos a hacer. Pero si tú lo haces, considérate un privilegiado y vuelve a visitarme.


Firma: Algún escritor

martes, 11 de febrero de 2014

Lecturas 2013


      Como ya he hecho otros años, esta entrada es un resumen muy personal y subjetivo de los libros que he tenido la oportunidad de leer en el 2013.

       Omitiendo los académicos (aunque he de deciros que “Stochastic processes in Physics and Chemistry” tiene su nosequé quenoseyo…), ha sido un año algo más heterogéneo de lo que acostumbro. Con una clara preferencia por la ciencia-ficción, pero con una mayor variedad de escritores y temáticas.

       Los pongo por orden de lectura:

       - Retorno a la Tierra. Orson Scott Card: Con este libro comencé el año y di, por el momento, terminada La saga del retorno, que consta de cinco tomos, siendo este el cuarto. Los primeros comienza con la historia de Nafai, un chico que vive en un pueblo del planeta Armonía, que es llamado por el “Alma suprema” para llevar a su familia y elegidos a un mundo mejor. El “Alma Suprema” ha sido la encargada de controlar que los hombres no pudieran desarrollar tecnología a lo largo del desarrollo humano en Armonía, y así evitar que pudieran utilizarla para causar grandes catástrofes. Pero su poder sobre los hombres está debilitado, y sólo los llamados pueden ser salvados.
     

       Desde la Saga de Ender, me encanta como escribe Scott Card. Es una lectura sencilla, con ideas sociales diferentes e interesantes, mostrándote personajes y diálogos que son los que realmente enganchan. Esta Saga, aunque tiene todo eso, me cansó más a cada libro, algo así como pasa con la de Ender, pero empezando por un escaño más bajo.

     “Si quisiera dudar, podría dudar hasta el cansancio. Pero en algún momento una persona debe dejar de cuestionar para empezar a actuar, y en ese punto es preciso confiar en alguna verdad. Debes actuar como si algo fuera cierto, así que escoges aquello en lo que más crees, vives en el mundo en el cual depositas más esperanzas.”

       - La espada de Fuego. Javier Negrete. Es el primer libro de la saga de Tramorea. Una aventura épica, más juvenil que los últimos libros de fantasía que me había leído (Canción de Hielo y fuego). Cuenta la historia de Derguín Gorión, un joven gran Tahedorán, o maestro de la espada, y su aventura para conseguir un grado más de maestría y poder así participar en el certamen por la Espada de Fuego, forjada por los dioses. El libro va enlazando temas mágicos con mitológicos e incluso dando ciertos tintes de un pasado “futurista”. Lo que destacaría de este libro sería esto último más que la propia aventura.

       - 20000 leguas de viaje submarino. Julio Verne. Mi primera gran decepción. Entiendo que Julio Verne fue un visionario, por innovador y meticuloso en los temas científicos, pero la mitad del libro me pareció aburrido. Muchos datos que lo único que hacen es describirte un posible fondo marino, dejando en segundo plano, lo que a mi parecer, es lo interesante de una novela, su trama, a la que no le da importancia, es más, terminas sin saber absolutamente nada del gran misterio que es el Capitan Nemo, su tripulación y su Nautilus. (para los decepcionados con el final de Lost, el final de este libro es peor).
Aún así, entiendo que la causa de esta percepción resida en las expectativas que tenía del libro.


        - Sueñan los androides con Ovejas eléctricas. Philip K. Dirk. Otra de las grandes y aclamadas
obras de ciencia-ficción, y en la que se basaron para hacer la película de Blade Runner. Nos plantea una Tierra casi totalmente abandonada, a causa de la contaminación por una guerra pasada. Contaminación que se ha llevado a casi todo ser vivo y aún afecta a la mente de los seres humanos que todavía no se han marchado. El protagonista de esta obra es un policía que se encarga de “retirar” a los androides ilegales. Estos parecen casi humanos, y no existe ninguna prueba física que pueda demostrar que no lo son, ¿Cómo averiguar que son androides y no retirar a un humano por equivocación? ¿Cuales son las diferencias empáticas que muestran? ¿Cuánto de humanos y cuánto de máquinas tienen?

         Me pareció un libro interesante, aunque por mi gran recorrido con los robots de Asimov, y sus tres leyes, esta lectura no me pareció tan original, o de algún modo, sigo prefiriendo los robots de U.S. Robotics. Por tanto, mi parte preferida acaba siendo cómo te muestra esa sociedad y la puesta en escena de los personajes, con esa serie de conversaciones inteligentes o desconcertantes.

       - La inmortalidad. Milan Kundera. Kundera siempre me sorprende, consiguiendo sacar de mi cosas que no sabía que estaban ahí. Es una lectura interesante, que te hace pensar.

     “El hombre cuenta con la inmortalidad y olvida contar con la muerte”

      En esta ocasión habla, como dice su título, sobre la inmortalidad. La inmortalidad que creas cuando estás en vida, la forma en la que quieres que otros te vean y recuerden. Esa imagen imborrable que otros manejarán a su antojo en tu ausencia. La inmortalidad de grandes políticos, escritores y pintores de la historia, entrelazado con pequeños detalles sobre la vida cotidiana. Numerosos personajes utilizados para este libro, entre ellos, él mismo. Sin duda, una de mis mejores lecturas.

         “En nuestro mundo, en el que hay cada vez más rostros cada vez más parecidos, es difícil para una persona confirmar la originalidad de su yo y convencerse a sí misma de su irrepetible unicidad. Hay dos métodos para cultivar la unicidad del yo: el método de la suma y el método de la resta. Agnes le resta a su yo todo lo que es externo y prestado, para aproximarse así a su pura esencia (el riesgo consiste en que al final de cada resta acecha el cero). El método de Laura es precisamente el contrario: para que su yo sea más visible, más aprehensible, más voluminoso, le añade cada vez más y más atributos y procura identificarse con ellos (con el riesgo de que bajo los atributos sumados se pierda la esencia del yo).”


       - El espíritu del Mago. Javier negrete. Segundo libro de la Saga de Tramórea. No puedo decir gran cosa de este libro si no quiero destripar el primero. Pero me gustó más que su predecesor, y me mantuvo más expectante de principio a fin. Cuenta más detalles sobre Tramórea y alguna pista sobre su pasado misterioso.


       - Momo. Michael Ende. ¿Qué decir de este libro? Me encanta la idea de los hombres grises,
ladrones de tiempo, pero aún me gusta más Momo y sus amigos, ejemplos de saber vivir felices. Me encanta este escritor y su imaginación inacabable.


     “El soñar se consideraba, entre ellos, casi un crimen. Pero lo que más les costaba soportar era el silencio. Porque en el silencio les sobrevenía el miedo, porque intuían lo que en realidad estaba ocurriendo con su vida.
[…] El que a uno le gustara su trabajo y lo hiciera con amor no importaba; al contrario, eso sólo entretenía. Lo único importante era que hiciera el máximo trabajo en el mínimo del tiempo.”

sábado, 14 de diciembre de 2013

Realmente sueño



Quiero saber si sigues existiendo, o si sólo fuiste fruto de mi imaginación. De esa imaginación que busca casualidades, patrones y razones para el sentido de cada palabra pronunciada, escrita o pensada. 

Sigo paseando, esperando verte en cada camino no ortogonal que cruce al mío y te unas a mi paso por un tiempo. Tiempo causal al mío, tiempo para recordar hasta nuestro próximo reencuentro inolvidable, tiempo en el que te distinga de mis sueños.

Tengo que hacerte de mi vida real, darme cuenta de tus errores, inquietudes humanas y  acercarte más a mis ilusiones cotidianas. Pero, ¿Lo especial y verdadero pueden ser la misma cosa? ¿No pierde lo extraordinario cuando se hace empírico, verificable como el resto de nuestro mundo? ¿Y si sólo pudieras ser sueño real por un día?

Los sueños reales son medibles a pequeñas escalas. Son mágicos y ciertos, ocurren y se disfrutan hasta la última gota, como lo hace el recién rescatado del desierto con su primera botella de agua. Son deseos reales que pueden durar para siempre.

¿Habrá merecido la pena ese breve sueño real, a pesar de encontrarnos una vez más sedientos? ¿Habrá merecido la pena obtenerlo si luego volvemos de nuevo al desierto? 

 Ahora tengo claro que fuiste soñado; intuido y creado en esas últimas horas de la noche, resultado de esos días exhaustos que manejan mi rutina. Tu imagen se difumina al ritmo en el que mis pies tocan el suelo frío de la mañana y mi mente queda ocupada por las preocupaciones diarias, tan comunes como insulsas.

    ¿Este fue nuestro primer cruce? ¿Te encontraré de nuevo? 

    Seguiré buscando mi sueño real. Gracias por caminar conmigo.

viernes, 18 de octubre de 2013

Hola Francisco,

10-05-2023

se que hace años que no hablamos, pero este momento me parecía igual de bueno que cualquier otro, (“¿Cómo explicarías que una flor florezca un día determinado y no otro?”). Creo que la última vez fue aquel día que estuve por Sevilla para ver Les Luthiers (qué geniales son), pero que las circunstancias hicieron imposible que nos viéramos. Parece que estamos destinados a que nuestras vidas no se vuelvan a encontrar.

      ¿Conoces “La Ignorancia” de Milan Kundera? En esta obra Kundera analiza con una serie de historias como al marcharte de un lugar, nunca se vuelve a sentir de la misma manera. Tu sensación al volver, al revivir la ciudad, tu relación con las personas que dejaste atrás, aunque todo siguiera aparentemente igual, nunca será lo mismo. Un evento es recordado por cada uno con pedazos de la historia, con distintas sensaciones y resúmenes de lo sucedido. En un reencuentro traeríamos con nosotros esos pedazos corrompidos por el tiempo, imágenes falsas de lo que eran esas personas; por eso nos parece un milagro cuando podemos afirmar que “tantos años sin hablar, y es como si nos viéramos todos los días”. Esto no significa que no hayamos cambiado, eso es imposible, pero hay algo que ambos hemos mantenido, y es la curiosidad o cariño por el otro. Del mismo modo, el conjunto de casualidades que hicieron posible nuestra amistad y esa convivencia de unos días, no se van a volver a repetir, nunca podremos volver a encontrarnos por los pasillos, ni desayunar juntos en ese gran comedor, al menos, no como lo hicieron nuestros yos del pasado, no con la naturalidad de la monotonía.

A lo largo de estos años, al encontrarme con antiguas amistades he experimentado tres situaciones diferentes:
   1. Encuentros esporádicos e incómodos, personas desconocidas que conocen demasiados detalles de una época pasada.
   2. Reencuentros para revivir lo pasado y alimentar la nostalgia, que terminan con esa sensación de irrecuperabilidad, de una amistad ya perdida.
   3. Descubres de nuevo a otra persona, con la que tienes tanto o más en común que la última vez, y que el tiempo sólo ha hecho que ese breve reencuentro sea insuficiente.

     Perder el contacto, es arriesgarse en dos tercios a perder esa amistad.
 Por eso, a pesar de los años que pasen, cuando voy a tu ciudad me gusta llamarte.

     No te he preguntado, ¿Qué tal tu mujer y tus hijas? ¿Continuaste adelante con lo de la empresa? ¿Sigues tocando la guitarra?
     Espero que nos veamos pronto.
Un abrazo,

Dors





lunes, 23 de septiembre de 2013

Buena suerte y gracias


 ¡Ya soy licenciada en Física!




 Este blog lo comencé en mi segundo año de carrera, aún me estaba adaptando a la ciudad de Granada. Hace poco comenté mis dudas de futuro y el apoyo que he tendido[1]. Hoy hago constar, que ya no soy sólo un proyecto de física, soy una física de verdad (como Pinocho al final del cuento) y además, que a pesar de todos los obstáculos, opiniones negativas y mis notas mediocres, voy camino de conseguir lo que buscaba. Este año es de nuevo, uno de cambios, de adaptación a la independencia y empezar mis primeros pasos en la investigación.

 Mucho ánimo a todos aquellos que dudáis de vuestras posibilidades, las cosas son posibles con la buena suerte[2], la suerte que se busca.

 En este momento me apetece agradecer cosas. No se por qué, puede ser por las buenas noticias, o puede ser porque un amigo me ha puesto en los agradecimiento de su proyecto de fin de carrera, y como en física no hay de eso, me haya sentido, además de honrada, algo envidiosa por tener ese hueco al terminar su ingeniería.

 Dar las gracias puede convertirse en algo interminable, o que al final acabe en el origen de todo, así que gracias a mis padres por darme la vida. Pero quiero que sea algo más, y para centrarnos, me centraré en este año y esas personas claves.

 Mi familia, primos, tíos, me apoyan, mi madre me soporta y me comprende, mi padre espera lo mejor valorando incluso lo peor, mi hermana vive mis alegrías y tristezas, mis hermanos me escuchan, me enseñan, me ayudan a crecer. Mi abuela me muestra como se puede vivir una vida feliz, dando felicidad e importancia a lo que se debe. Es increíble tenerlos y lo incondicional que es su amor, siempre he sido consciente de la suerte que tengo.

 Este año además he tenido una encrucijada interna y externa, búsqueda de un futuro[3], y he vivido en una ciudad casi vacía de las personas con las que empecé en su día a vivirla. Pero he tenido la confianza, el respeto y la generosidad de amigos como Jose Luis, esa maravillosa persona que me enseña a ser más modesta, porque a pesar de lo buena que me dice que soy, él es mucho mejor. De Santi, con el que me he sentido tan identificada, ayudándonos mutuamente y que me ayuda a no olvidar ciertas visiones de la realidad.

Mis amigos más cercanos, que han estado a kilómetros de distancia este año. Migue, dando siempre ese ánimo al estudio y a seguir a delante. Pedro, con su incomprensible cualidad para saber en cada momento que decirme, escuchar, entenderme, y saber que consejo darme o no darme.

Aquellos que están en mi ciudad natal, que da igual cuantos años pasen, por ahora unos diez, pero que siempre podré contar con ellos y tener ese vínculo especial. Javi con su franqueza que solo la experiencia de los años de amistad pueden dar. Cristina, siendo de las pocas chicas que pueden conquistar mi corazón, para esa amistad que permite pedir de rodillas romearse[4] con una (xD). Pablo, que es Pablo, aunque pasen años sin vernos siempre podremos llamarnos y decir: Cómo mola Pablo, Pablo mola mucho.

Víctor y Paco , que están al otro lado del teléfono, del facebook o lo que pillemos, para quejarnos del sistema, contarnos nuestros planes para conquistar el mundo o simplemente decir tonterías con gracia.

Esas personas inesperadas que llenan tu año. Guillermo, haciendo mi rutina más divertida. Hiroshi, siendo un gran vecino y mejor persona. Paolo, con su ayuda que ni en varias vidas podría pagárselas, al que debo, en gran medida, mi futuro a partir de ahora. Francisco, otro de los que debo parte de mi futuro, además de más de una carcajada o sonrisa en momentos de necesidad. Antonio B. con su postura imponente que cuando te valora, te lo crees y te da ese empujón para seguir adelante, incluso una colleja dialéctica si es necesario.

Por supuesto, los nuevos de este curso, que me han abierto sus brazos en la ciudad de Córdoba, como Dave, Belén, Paco, Mari Cruz, sus familias y amigos, con los que es fácil sentirse una más.

Los compañeros de este último sprint, acompañantes de bibliotecas, que han hecho mi jornada de estudio menos pesada, Rebeca, Antonio S. y Ángela.

Y con mención especial a Jesús, invitándome a la aventura, mostrándome una forma diferente de caminar (sentido literal y figurado), valorándome más de lo que esperaba. Que ha tenido que aguantar mis cambios de ánimos, mis miedos racionales o irracionales, y que por ahora sufrirá también a donde me lleven los nuevos muros que pueda cruzar[5].

     ¡Muchas gracias a TODOS, los nombrados y los no nombrados, sois todos geniales!



[2] La buena suerte
[1],[3],[5] ¿Y ahora qué?
[4] Definición de romearse: Ir a Roma a ver a un amigo jesuita.

martes, 4 de junio de 2013

¿Ahora qué?


        Siempre he mirado con envidia a aquellos compañeros y amigos que desde pequeñitos sabían qué querían. Estaba aquel que llevaba toda su vida con un telescopio debajo del brazo y hacer física era el paso lógico para ser astrofísico; o el que llegó a la carrera con la mitad de primero aprendido por su cuenta; o esos dos que siempre estaban dibujando para ser arquitecto o diseñador gráfico.

        Nunca me he considerado de este grupo selecto, no me he formado por adelantado, y aunque siempre me han gustado las matemáticas y las ciencias, tampoco le he hecho ascos a la filosofía o a la historia, así que aparte de hacer mis ejercicios y estudiar correctamente, en el colegio nunca fui más allá. Es cierto que a la hora de elegir ciencias o letras, lo tenía claro, y con la ayuda de un querido profesor, me decidí por la física, dejando de lado mis otras dos posibilidades.

        Esta carrera me ha dado muchas alegrías y desesperaciones, pero casi en un noventa por ciento he tenido claro que era lo que quería hacer. Año tras año me convencía más de que estaba siguiendo el camino correcto, que quería dedicarme a la física e INVESTIGAR. Lo más curioso de todo, empezaba a sentir ese, diremos que vocación, que antes no había sentido, pero que había reconocido y envidiado.

¿Ahora qué?
        Estoy terminando la carrera, me gustaría hacer un doctorado para seguir mi formación en la investigación, porque por primera vez, ¡hay algo que he tenido claro desde el primer año de carrera! He ido aprendiendo más y más en ciertas ramas de la física que ahora me fascinan y en las que no me importa dar mi tiempo independientemente de las asignaturas. No he llevado un telescopio debajo del brazo, he tardado algo más, pero al final ha llegado. ¿Para qué serviría la envidia sino para darnos cuenta de lo que queremos? 

¿Ahora qué? 
        Conseguir un doctorado consta básicamente, y en la práctica, de dos partes:
          1. Becas y contratos existentes. 
          2. Nota media del expediente. 

        Si existen pocas becas y contratos, la exigencia de una mejor nota de expediente aumentará, dando a un estudiante medio menos probabilidades. Esta es la situación actual, pocas becas y mucha competencia; no creo que haga falta explicar lo mal que está la economía, ni cómo han reducido las becas de doctorado en España y en otros países. Mi nota media es normal, pero mediocre para estos propósitos y en esta época.

        Entiendo por tanto, que mis posibilidades para lo que parece que tengo claro, son pocas, esa evaluación de nota media me perseguirá el resto de mi vida. Nota media, prioridad lógica pero no completamente útil. No se ha evaluado nuestro conocimiento ni nuestra capacidad de investigación, nos han hecho exámenes.

¿Ahora qué? 
        Mi decisión ha sido no dejar que estas perspectivas y probabilidades me impidan intentarlo, independientemente del lugar.

        He tenido muchas conversaciones con profesores, personas con más experiencia que yo, antes y durante mi decisión, algunas de las cuales me han dicho ciertas frases que me han dejado con las ganas de abandonarlo todo, irme al monte a coger ranas o a meditar sobre los fundamentos existenciales de los elefantes rosas. Un ejemplo podría ser “Con esa nota media es imposible que te den ninguna beca, bueno, imposible no, tienes un cero coma cero cero cero cero uno por ciento de posibilidades, que sería el caso de una epidemia entre los físicos.”. U otras como “Tanto tiempo queriendo hacer un doctorado, a lo mejor te deberías plantear querer otra cosa.” que me incitaban a elegir otro camino, aquel que es más fácil, más realista y más probable, pero que a pesar de todo, no es el deseado ni el anhelante. Es curioso que aquellos que piden cartas de motivación te sugieran elegir opciones menos motivadoras.
Por supuesto están los amigos que te animan, pero que te animarían hasta a cazar tiburones en una charca. Pero después están las de personas que aún siendo realistas te dicen lo que necesitas saber, porque en esta búsqueda no sólo juega la aptitud, también la actitud.

        Me gustaría compartir, para aquellos que os encontréis en mi situación, lo que por ahora es sin duda lo mejor que me han dicho:

        "Ahora todos los funcionarios que cobran (cobramos)
nuestro sueldo mensualmente te darán consejos muy realistas, has de
ser realista, no pierdas el tiempo con estas cosas y haz algo
realmente que tenga futuro... Se trata de consejos de personas que
olvidaron que han llegado a ser lo que son por su falta de realismo
inicial, porque se ilusionaron con algo que les gustaba en el momento
que debían hacerlo. Por tanto, no seas realista. Tal y como está el
patio, haz lo que te dé la gana, precisamente porque así acabarás
consiguiéndolo. Si escuchas a gente realista no vas a llegar nunca a
nada. Tienes mil muros por delante para estrellarte en ellos. Pues
estréllate, pero no dejes que los demás te digan que no lo hagas. Reza
al chino Cudeiro, pues es muy posible que encuentres puertas que
podrás cruzar en esos muros insalvables."

        Para mi es importante saber que me estrellaré, que es posible que no encuentre esa puerta, pero sobretodo, que lo estoy intentando, que estoy en la búsqueda de lo que quiero, y que por tanto, no es perder el tiempo.

¿Ahora qué?



lunes, 11 de febrero de 2013

Reviviendo historia


    Me desperté en nuestro cuarto, las dos camas formando una gran “ele”, un único escritorio, el radiocasete debajo de tu cama, un par de armarios. En el mío, con mi habitual desorden de entonces, encontré mis antiguos tesoros, mi primera Gameboy, aún no me la habían robado; un pequeño Flubber, que había conseguido en mi Happy Meal; el Yo-Yó, que me compré contigo después de que nuestro vecino se regodeara en su nuevo regalo; o los Kaos del Bollycao con los que me pasé jugando varios recreos seguidos.

    Al encontrarme allí, con 20 años menos, me pregunté qué sueño extraño era ese, pero entonces, te despertaste. La imagen tenía que ser curiosa, una niña de 10 años mirando fijamente el interior de su armario en mitad de la noche. Me mandaste a la cama, y seguiste durmiendo. Si hubiera sido unos años más tarde, en la época que empezamos a dormir separadas, te hubieras despertado con la facilidad de un pestañeo nada más levantarme de la cama, y por supuesto no te habrías podido dormir de nuevo.

    Pero lo curioso es que no estaba cansada, para mi yo seguía en un sueño, un sueño tan lúcido que decidí dar una vuelta por nuestra antigua casa. Recordar esos sucesos de mi infancia que ya no volverían, eventos que no se repetirían, que habían pasado cuando era otro ser el que vivía esa aventura, momentos que me hacían sentir diferente, anhelando, esperando y viviendo cada minuto como si fuera una de nuestras horas o días, bajando al jardín para jugar, correr, bañarme en la piscina durante horas, pasando miedo y angustias totalmente distintas a las de ahora, ¿o no era así?

    Era cierto, ya no me sentía identificada con esa niña de 10 años, con sus preocupaciones o formas de pensar, porque eso era la madurez. Pero ¿Y el miedo? El miedo es algo irracional, con el tiempo aprendemos a ignorarlo durante unos días, unas semanas, pero nos vuelve a pillar. El miedo no es algo que hagas bien o mal, pero puede confundirnos, engañarnos y paralizarnos. Rechazamos el miedo, pero este siempre vuelve, es algo perenne que lo único que hace es transformarse con las preocupaciones de ese instante.

    En esa época, siempre os tenía a ti y a los demás para ayudarme con esos miedos. Se sentía un miedo diferente, aunque fuera el mismo. Miedos que iban y venían con la velocidad que cambiaba de juego y con la lentitud que pasaban los meses.

    Toda la casa estaba en silencio, la puerta de papá y mamá cerrada, el pasillo a oscuras, un pequeño resplandor que venía del salón. No tuve dificultad para llegar hasta allí sin tropezar con nada, estaba todo más o menos como lo recordaba. Pero el salón se me antojaba un poco pequeño, tal vez por los pensamientos y sensaciones que había ido moldeando en mi cabeza a lo largo de estos años. Pero allí estaba todo, el teclado, el sofá  victoriano sobre el que me recostaba cuando alguno de nuestros hermanos estaba tocando, esas vitrinas de escayola llena de libros que mamá echo en falta cuando nos mudamos, o el sofá en el que tantas horas había pasado delante del televisor viendo los mil y un dibujos animados que ponían durante toda la mañana los fines de semana.


    Empezaba a amanecer. Hasta que el resto de la familia no se despertara no podría seguir paseándome por la casa empapándome de recuerdos, así que encendí la tele (esa que estuvo con nosotros más tiempo que nuestros últimos cinco televisores), me tumbé en el sofá y... Empezó a sonar mi móvil.

martes, 26 de junio de 2012

Noche en vela



    Cae la noche, la relajación de un cuarto vacío y de una cama cómoda, con el final de un día cumplido, pretendes abrazar el mundo de los sueños para despertar en un día mejor que el anterior.
    Pero no, tu día aún no ha terminado, tú cabeza así lo ha decidido, te lo dice, ella sigue su curso, sigue pensando en todas esas cosas que sabes que no son importantes en ese instante - ¿Qué quieres que solucione a estás horas? - Preguntas a tu cabeza de una manera desconsolada – Quiero dormir y descansar para el día que me espera mañana – Insistes.

    Hoy no es ese día, hoy no podrás engañar a tu cabeza, ella sigue activa y coleando sin querer entrar en ningún estado subconsciente, - Ya llegará el estado REM, pero no ahora je je je – Se ríe tu cabeza de forma nerviosa. 

    Das una vuelta y otra en la cama, esperando que en cada nueva posición... - Si, esta si que si, esta es la mía, ahora si que estoy cansado y ahora cierro de nuevo los ojos y... - Piensas intentando convencerte a ti mismo. - ¡Mierda!- Exclamación que no ayuda a sentirte relajado, dando rienda suelta a tu cabeza, que en ese momento ha cogido fuerzas y pone en funcionamiento toda su artillería. Pues ahí estás, una hora, otra hora, - ¿Pero en qué estoy pensando? ¿Por qué no me deja dormir? - Te preguntas sabiendo perfectamente la respuesta - ¡Maldito problema de electromagnetismo! ¡Seguro que suspendo el examen! Hoy no he aprovechado bien el tiempo - Estudios - A lo mejor no debería de haberle dicho a X lo que le dije, a lo mejor también le debería de haber dicho... - Dudas personales – ¡oh! ¡No! Se me ha olvidado hablar con Y – Olvidos – Mañana tengo que hacer esto, esto otro, ¿Me dará tiempo también lo otro_3? - Responsabilidades – A lo mejor mañana podría llegar y hablar con Z (así ya tengo las tres coordenadas cartesianas necesarias para describir a un sistema con tres grados de libertad) - Esperanzas.

    Y sin darte cuenta, después de esa lucha interna entre sueños y pensamientos, por fin cansas a tu cabeza, te deja vía libre – Ya puedes dormir, pero tranquilo, mañana más – Y con carita de sueño y ojos entrecerrados ves la hora iluminada en el reloj “5:49am” - Bien, aún podré dormir unas tres horillas más. - Y te dejas desvanecer en el vacío del subconsciente.