sábado, 25 de abril de 2009

Palabras

Las palabras son inciertas, erróneas, incompletas, inexactas, dudosas, confusas, y aún con estos adjetivos no tendría todo lo que quiero dar a entender qué son. Pretendemos explicarnos con ellas, dar a conocer nuestros sentimientos, estados de ánimo, pensamientos complejos. Pero al darles forma de palabras lo que hacemos es intentar simplificar todo ello a esas cinco palabras que usemos, quedándonos disconformes, con ese gusanillo de “no he dicho todo lo que quería decir”.

Incluso usamos nuevas definiciones para una palabra ya conocida, para intentar concretizar, cuando un científico denota algo como “Teoría” le da un carácter más auténtico, de mayor importancia, que cuando comúnmente la usamos. Creo que donde se ve más frecuentemente esto es en los filósofos, que se quedan sin palabras para definirnos, para definir las ideas puras; “alma”, “cuerpo”, diferentes definiciones en la metafísica de Descartes y de Platón; “circunstancias”, “razón”… Aunque no debería extrañar proviniendo de los padres de las ciencias, de las artes, inventores de las palabras y sus sentidos.

Un profesor en toda su sabiduría nos dijo el año pasado, después de equivocarse en la pizarra un par de veces, “No hagan caso a lo que escribo ni a lo que digo, solo a lo que quiero decir”. Aunque esto puede resultar confuso la veracidad de esta frase es algo que veo con bastante claridad. A más de uno le habrá pasado que mientras va escribiendo, hablando y pensando en un rato acaba contradiciéndose en las dos primeras: “Somos diez para ir el doce a la playa, es decir los seis que estamos aquí mas cuatro, que son doce…”. Pero la frase puede ir más allá de lo trivial de este ejemplo. Como empecé, las palabras son insuficientes para expresarnos y dan lugar a error, muchas veces tenemos que adentrarnos más para saber qué realmente nos dice la otra persona, no quedarnos en la superficie de las palabras, esas palabras que tanto nos gustan y que van enriqueciéndonos poco a poco con su conocimiento. Cada vez que construimos una frase nos paramos en qué cosas la constituirán, qué parte de nuestro pensamiento queremos enseñar, a veces enseñamos menos de lo que nos gustaría y otras veces el subconsciente nos juega una mala pasada dando a conocer más de lo que deseábamos.

Muchos malentendidos y discusiones a lo largo de nuestros días vienen precisamente por esto, por no utilizar las palabras correctas para nuestro receptor o por no ver más allá de las de nuestro emisor, ¿Qué es más importante la forma o el fondo? La forma hay que ir puliéndola, pero el fondo es lo que es realmente “tu verdad”. Están los que se pasan la vida discutiendo sobré cómo decir las cosas pero no saben qué decir.

sábado, 11 de abril de 2009

Nada pasa


Nada pasa, ni ocurre, el tiempo se para en un instante que no quieres vivir, que carece de sentido. Un segundo, una hora, unos días, una época, da igual la cantidad, pero siempre el mismo sentimiento vacío y lleno de esperanza para que en el momento siguiente ese vacío se llene, pero de qué. En ese instante no lo sabes, puedes guiarte por los distintos sucesos que te han llevado a ese estado, pero sigues sin ver nada, no tienes las herramientas, no puedes ver más allá. Es posible que necesites tiempo, una persona, una luz, un reflejo de tus antiguos pensamientos… Pero eso acaba, siempre acaba, y lo olvidas en tu relajación de los días normales y te olvidas de buscar una solución, y cuando vuelves a ese estado, una y otra vez te equivocas sin apuntar una solución en un sitio donde nunca se pueda borrar, donde siempre puedas verlo.

No es malo ni bueno, no es triste ni alegre, simplemente es, ese es el problema.